miércoles, 18 de noviembre de 2015

Tarija Caballos ayudan a recuperación de niños

- Martín Callejas, propietario del Ranchito Feliz, explicó que las terapias con los animales enseñan a los niños con capacidades especiales a interactuar con la naturaleza de una manera más sencilla, ayudando a los menores en su diario vivir y a los animales que se libran del estrés al compartir con ellos.

Desde la apertura del Ranchito Feliz alrededor de 10 mil niños visitaron el lugar de los cuales 500 menores con diferentes problemas fueron atendidos con terapias. Diariamente este centro terapéutico atiende a 50 niños en promedio.

Alejandra Castrillo, propietaria, guía y responsable de las terapias dentro del Ranchito Feliz, indicó que las terapias no solo están destinadas a niños con problemas en el área mental, sino también a los que tienen ceguera, depresión y autoestima baja ya que los caballos transmiten cosas positivas como la seguridad.

“Los caballos son animales muy sensibles – dijo Castrillo -. Hechos para brindar confianza, seguridad y aprendizaje a niños que tienen problemas”.

Los niños que tienen problemas para caminar al estar montados en un caballo, estimulan la parte del cerebro que no se estimula al no poder mover las piernas como también el equilibrio.

Uno de los recuerdos más emotivos que tiene Callejas es el esfuerzo de los niños con parálisis cerebral por estirar los brazos, manos y dedos para acariciar y abrazar a los caballos, reacción que produjo tanto en los padres como en los responsables del Ranchito una serie de emociones fluctuantes entre sonrisas y llanto de alegría.

“Hay mucha preocupación especialmente de los niños que tuvieron la oportunidad de conocerlos, montarlos y disfrutar de la compañía de los caballos”

Dentro del proyecto Ranchito Feliz se consiguió financiamiento para trabajar con colegios fiscales y menores con capacidades especiales, disminuyendo costos y facilitando el acceso a sus beneficios.

Leyla Baracatt, del centro Avanzar, expresó su solidaridad e indicó que “no solo pierde el Ranchito Feliz, perdemos todos”. Explicó que trabaja con niños con retraso en el desarrollo y las visitas a este lugar sirvieron como ayuda en el aprendizaje, comentó que mucho tiempo después de la visita los niños continuaban hablando de la experiencia.

María Luisa Patienzo, del centro Aprecia, recordó que los niños con discapacidad visual o múltiple pudieron apreciar la experiencia equina con el desarrollo de otros sentidos como el tacto, oído y olfato. “La visita al Ranchito Feliz fue bastante importante por el acercamiento de los niños a la naturaleza”.

Con lágrimas en los ojos los propietarios explicaron que estos caballos no son simples animales para lucrar, sino son miembros de su familia y parte importante del trabajo de aprendizaje y apoyo a los niños de Tarija.

Durante cuatro años de manera diaria prepararon a los caballos, tres para hacerlos lo suficientemente mansos como para que no se asusten con ruidos, niños ni grupos de personas y que acepten recibir alimentos de las manos de una persona. Después, durante un año más, se trabajó en la doma para que estos animales puedan ser montados con tranquilidad, adquiriendo la capacidad de diferenciar a niños de adultos por el peso cuando los llevan encima.

DESARROLLO CON AYUDA

El Ranchito Feliz inició como un proyecto para visitas de colegios, luego ante el incremento de solicitudes las atenciones se ampliaron a las visitas familiares. La intención es que todo visitante se vaya sabiendo que la naturaleza le proporciona todo al ser humano, por lo que merece un gran respeto, según expresaron sus propietarios.

Entre los resultados obtenidos con la animaloterapia, Callejas destacó el que en casos de niños con hiperactividad consiguieron que trabajando con conejos, los menores pudieron estar concentrados en alimentarlos durante 15 minutos.

Dentro de los talleres que realizan en el Ranchito Feliz se trabaja en la elaboración de pan con un proceso completo desarrollado por los niños que parte en el ordeñado de vacas, la recolección de huevos y el preparado del pan con las materias recolectadas por los propios niños.

Durante este proceso los menores valoran el trabajo y disfrutan sus resultados. De igual manera con el taller de siembra y cosecha donde los menores cuidan sus plantas para después consumir los frutos de su trabajo. “Muchos niños que no comen verduras terminan disfrutándolas por el hecho de haber participado en todo el proceso desde la siembra hasta la cosecha”, dijo Callejas. En los talleres de monta se enseña a los niños desde cómo acercarse al caballo hasta lo que es el montado en sí. (Tomado de El País Plus Digital)
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